


HISTORIA
La Finca de La Legua y la Bodega, más de tres veces centenarias, han visto transcurrir el tiempo a lo largo de generaciones, y han sido testigos directos de algunos acontecimientos ligados a la historia de Valladolid y del Reino de Castilla.
Así, es más que probable que Felipe II transitara por los caminos de La Legua, cuando acudía desde Valladolid a la cercana localidad de Cigales, pueblo natal y residencia de Doña Ana de Austria, su cuarta y más querida esposa.
Posteriormente, La Legua fue ocupada por las tropas de José Bonaparte, que en su camino desde el norte peninsular, quisieron tomar aliento en los terrenos de la finca La Legua antes de su entrada en la ciudad de Valladolid, desde donde la divisaban. Sin embargo no fue sólo aliento lo que tomaron. Al descubrir los franceses que la bodega rebosaba de grandes vinos, comenzaron a degustarlos hasta agotar las existencias, festejando los triunfos hasta entonces conseguidos. Este episodio contribuyó a dar a José Bonaparte el apelativo de Pepe “Botella”. Hoy en día, estas mismas bodegas centenarias se mantienen en su estado original, están conectadas con la moderna sala de barricas a través del “túnel del tiempo”, y pueden ser disfrutadas por nuestros visitantes.
La historia más reciente de la Finca La Legua está íntimamente ligada a la familia del eminente Neurólogo y Psiquiatra D. Emeterio Fernández Marcos. Su pasión por el campo, su ilusión de que la agricultura retomaría la relevancia social y económica que tuvo antaño, y su visión de mantener reunida a la familia a pesar del transcurso de los años, le llevaron a adquirir la Finca en los años 60 del pasado siglo XX. Desde entonces, su proximidad a Valladolid ha permitido que la Finca haya sido, y aún continúe siendo, el lugar de referencia y de reunión de toda la familia, así como de encuentro con los amigos.
Desde el primer momento, Emeterio tuvo clara una visión hasta entonces desconocida: “En esta tierra se pueden hacer vinos tintos de extraordinaria calidad. Sólo necesitamos profesionalizar el cultivo, y tiempo de estudio y dedicación”. Con esta filosofía de trasfondo, ordenó arrancar casi toda la viña antigua, que era muy ineficiente y de difícil cultivo, cambiar de cultivo durante unos pocos años para revitalizar la tierra, y crear la actual plantación de la finca, en espaldera, innovadora en su época. Las variedades: tempranillo, garnacha y cabernet sauvignon.
Durante todos estos años, conscientes de que la calidad de un producto tiene su base en la materia prima empleada en su elaboración, la viña ha centrado nuestra obsesión por perfeccionar nuestros vinos.
La moderna Bodega se construyó años más tarde, una vez que el viñedo tenía ya una antigüedad adecuada para proporcionar uva de extraordinaria calidad. Así, en 1997 se construye la primera fase de la bodega (nave de elaboración) y se elabora la primera añada. En 1998 se construye la segunda fase de la bodega (la sala de barricas). En 2000 se completa la construcción con el edificio social, diseñado por el prestigioso arquitecto D. José María de Lapuerta, que obtuvo el primer premio en el IV Convocatoria Premios de Arquitectura de los Colegios Oficiales de Arquitectos de Castilla y León en 2001.
La evolución de la Bodega, desde sus comienzos, viene marcada por la constante búsqueda de la perfección. En este sentido, además de los cuidados constantes tanto de la viña como de la elaboración del vino, la constante innovación y experimentación son dos pilares fundamentales sobre los que construimos nuestra calidad.